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17.Feb.2016 / 08:27 am / Haga un comentario

¿Ante qué estamos? La aceleración de eventos y pronunciamientos por parte de la derecha venezolana nos retrotrae a puntos de inflexión en la política, de severa inestabilidad institucional, idénticos a momentos previos a abril de 2002.

Hemos presenciado en sólo días una multiplicidad de pronunciamientos, todos amalgamados en el objetivo único de propiciar un desplazamiento de poder en el Ejecutivo venezolano, previo desmantelamiento de otros poderes como el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el Consejo Nacional Electoral (CNE).

A cuentagotas, pero de manera consistente, aparecen frases como «enjuiciamiento al Presidente», «enmienda a la Constitución para recortar su mandato», «destitución del TSJ», «nombramiento de nuevos rectores del CNE», «renuncia de Maduro», «nacionalidad fraudulenta de Maduro y en consecuencia su presidencia es espuria». En fin.

A la par de «ruidos de sables», y «golpe de Estado con militares asociados a la MUD», el actual vocero principal de la derecha, Henry Ramos Allup, habla por otro lado de un golpe «por el mismo chavismo», dando paso a la tesis del «autogolpe».

La metralla discursiva retoma frases de 2014 como «calentar la calle», viene de la mano de los mismos autores de «La Salida». Freddy Guevara anuncia que antes de terminar febrero estará lista la receta para sacar a Maduro, Lilian Tintori llama a la calle, siendo el evento más destacado en el frente externo contra Venezuela la «indignación» en el Gobierno gringo de que el TSJ declare con lugar y vigencia el Decreto Presidencial de Emergencia Económica para el cual está facultado constitucionalmente. Todo esto al unísono de «transición» y la elección en la MUD de un nuevo liderazgo para asumirla.

Vale la pena preguntarnos: ¿ante qué estamos?

Hemos afirmado con anterioridad que luego del 6D se impusieron dos situaciones fundamentales: por un lado, la derecha tomó el Parlamento como portaaviones para propiciar el desmantelamiento de la Revolución Bolivariana, por lo cual emplean todas sus armas parlamentarias e institucionales, que, aunadas a otras como ese nuevo espacio de protagonismo que tienen, su exuberancia mediática y relacionamiento con Gringolandia, constituyen una instancia de poder real, concreto.

Por otro lado, estamos en una carrera contra el tiempo, la coyuntura económica y el espacio de oportunidad política de la derecha luego del 6D imponen a la derecha la necesidad de amplificar al máximo su rango de posibilidades políticas para generar un desplazamiento en el poder nacional.

En enero la MUD hablaba abiertamente de esperar lapsos a cumplirse en junio para convocar a referéndum revocatorio. Ya no lo hacen. Ahora «Maduro debe renunciar». ¿Podrían retomar el tema del referéndum? Probablemente. Eso será definido en sólo semanas o meses, de acuerdo a las condiciones de los pisos políticos en el chavismo y la derecha.

«La crisis» es el piso político que la derecha quiere aprovechar para asomarse al poder

La carrera contra el tiempo de la MUD se basa en la posibilidad de que su base de apoyo pueda desmoronarse ante un cúmulo de demandas poblacionales insatisfechas (prometidas en campaña), y aunque ante la coyuntura económica pueda generar el mismo resultado en el chavismo, el chavismo es el Gobierno, no tiene la urgencia de irse; la MUD es quien tiene la urgencia de desplazarlo.

La urgencia en la MUD yace también en el resultado de las definiciones que tendrán el estremecimiento interno del chavismo. Las fuerzas del chavismo se reacomodan, lenta pero consistentemente, rumbo a espacios de grandes definiciones nacionales. La «fiebre» del chavismo, sus defensas bajas, son en consecuencia un espacio de oportunidad y maniobra por parte de los factores antagónicos a la democracia en la derecha venezolana. Son pescadores en río revuelto.

Ahora, en el verbo opositor, bien acompasado mediáticamente, aparecen las afirmaciones de «inestabilidad total» del Estado, de las instituciones, de la sociedad, ante una «crisis catastrófica», matando con tal tambaleo propiciando toda oportunidad de que los poderes Ejecutivo y Legislativo asumieran articuladamente roles definidos en la situación nacional. Los autores de gran parte del descalabro no estarán nunca interesados en contribuir a acomodarlo, pues en «la crisis» yace su piso político.

Acelerar el golpe para no perder la oportunidad de darlo

En política todo resultado electoral es expresión de grandes consensos sociales tácitos. Si una elección es transparente, se impone la dictadura de las mayorías. La síntesis luego del 6D dejan claras varias cuestiones: la gente espera resoluciones a la dinámica económica y la productividad es una variable que se posicionó. Chavistas y opositores coinciden en ella y el Gobierno chavista la asumió como propia para impulsarla. Parte del chavismo se desmovilizó electoralmente por apatía-castigo por la coyuntura. Quiere soluciones, y el Gobierno ha asumido el rol de crearlas. Los votantes de la MUD votaron por aspiraciones de una mejor situación y esperan que la MUD en el Parlamento contribuya a tales fines. Y tal cosa no ha sucedido, ni va a suceder.

La ansiedad en la MUD da cuenta de que los consensos políticos propios (los de ellos, entre su gente) se están debilitando o se pueden debilitar más. Es decir, o producen un desplazamiento del chavismo ya, por cualquier vía, electoral o golpista, o sus pisos políticos se pueden debilitar más a mediados de año. Debemos ser enfáticos en lo que pasa en la opinión pública y es Hinterlaces la que hace lectura justo ahora.

Según la encuestadora, 52% de la población encuestada cree que el Decreto de Emergencia puede mejorar la situación, y sólo 32% cree que la puede empeorar; 56% cree que la AN ha debido respaldar al Ejecutivo en el Decreto de Emergencia y sólo 33% dijo que no debía respaldarlo. Hinterlaces también preguntó sobre cuáles deben ser las prioridades de la nueva Asamblea Nacional a lo que la gente respondió: un 69% que debía orientarse a los problemas económicos, un 19% que debía ocuparse del referéndum revocatorio, y sólo un 9% de la amnistía.

Aquí hay un «Carmonazo» parlamentario en cámara lenta

Pero hay más. Otro «Monitor País» publicado por la misma firma el 13 de febrero arrojó que 57% de los venezolanos considera cierto que «hasta ahora la Oposición no ha propuesto ninguna medida para ayudar a resolver los problemas económicos del país». 54% de los venezolanos considera cierto que «a la Oposición no le interesa resolver los problemas económicos del país sino sacar a Maduro del poder».

Además de esto, hay una lectura del clima «socioemocional» que por insólito que parezca ilustra que 57,4% afirma estar «contento» y 39,2% se dice «molesto». El año pasado (agosto) 64,1% se consideraba molesto frente a 34,1% contento. ¿Es posible que ante la coyuntura económica ciertas acciones del Gobierno puedan estar levantando el optimismo? ¿Podría ser la variable socioemocional determinante para definir nuevas situaciones políticas?

Si estos indicadores muestran una tendencia prolongada hasta mediados de año probablemente habrá espacios indefinidos en el ámbito de la oportunidad política para la derecha. En este sentido, la aceleración de eventos es clave, la aceleración de pronunciamientos también. Toda contribución que pueda venir de la derecha para enrarecer el clima político nacional, para generar choque de poderes, para acelerar estadios de incertidumbre, para enturbiar la política, para propiciar un «quiebre» en el poder, tributa de manera adversa a la estabilidad y el sosiego y el encuentro de posibilidades de solución a la coyuntura, aspirado por la mayoría nacional.

Aquí hay un «Carmonazo» parlamentario en cámara lenta. El empleo de vías constitucionales, vías paraconstitucionales y el golpismo abierto, siguen en la agenda. Es probable que en un punto para la derecha pierda sentido si tienen o no los pisos sólidos para lanzarse un golpe, estas son cuestiones que dependen de instancias superiores como el Departamento de Estado gringo.

Ante esa posibilidad, los pisos políticos serán irrelevantes. Si las mayorías nacionales aspiran incluso a que no se profundicen las situaciones llevando la pugna por el poder a niveles superiores que comprometan la paz social, eso será irrelevante. Luego de abril de 2002 la derecha no se asumió nunca tan fuerte como ahora. Si asumen que tienen cerca algo, intentarán arrebatarlo.

 

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